Una viuda cumplió la voluntad de su marido: incinerarlo. Pero él nunca manifestó dónde quiera que esparcieran las mismas, por eso, la viuda se llevó la urna a su casa y la tiene puesta en el salón. Esto le hace sentirse más cerca de la persona a la que tanto quiso, pero ¿Es bueno tener las cenizas de un difunto en casa? Desde 2016, el Vaticano ha prohibido esta práctica y la de esparcir las cenizas en cualquier lugar. Pero ¿Qué dicen los estudios sobre esto? Te lo contamos.
Dificulta la superación de la etapa del duelo
A esta viuda le hacía bien tener las cenizas cerca porque así sentía que su marido la acompañaba, pero según los psicólogos, esto no es bueno, ya que dificultad la superación del duelo, justo en su primera fase: la de la negación de la pérdida de un ser querido. Y es que hay casos en los que el individuo convive con las cenizas hasta el punto de llevarlas consigo mientras se sienta el sofá a ver una película, o colocarlas en la mesa a la hora de comer. Les resulta imposible asumir que la persona ya no está allí, son sus restos materiales los que permanecen. Desde el punto de vista emocional puede convertirse en dañino mantener ese apego tan fuerte. Aprender a decir adiós y desprenderse se plantea como la opción más saludable.
Es bueno que se hable con las personas cercanas como te sientes ante la pérdida de ese ser querido, así podrás decir adiós y conseguir superar el duelo de la mejor manera posible, pero está claro que tener las cenizas del difunto en casa no ayuda a superar su marcha, por eso, es mejor deshacerse de ellas.
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