Con el paso de los años, la elección del proceso de incineración en España ha ganado popularidad entre la población, llegando incluso a superar al entierro tradicional en algunas capitales de provincia.
La incineración es un proceso que utiliza un calor muy intenso para convertir en cenizas los restos de una persona que ha fallecido.
El proceso de incineración se lleva a cabo en una cámara u horno de cremación especialmente diseñado para ello, en el que se introduce al fallecido y es expuesto a temperaturas de entre 700 y 900 grados durante un periodo que suele ser de entre dos y tres horas.
En primer lugar, para proceder a la cremación, el médico tiene que certificar el fallecimiento, pasadas 24 horas, en el certificado de defunción,.
Previamente a la incineración se examina el cadáver de manera exhaustiva. En el interior de los tanatorios existe una sala donde las personas encargadas de hacer esta labor analizan el cuerpo para comprobar si existen elementos metálicos en su interior, como un anillo o un marcapasos, por ejemplo.
Cómo se incinera un cuerpo
Tras velar los familiares y amigos al difunto y celebrarse la ceremonia, en caso de ser una despedida de ámbito religioso, el cuerpo, introducido en un féretro ecológico, se sitúa en una máquina llamada introductor.
Esta máquina es la encargada de ubicarlo en el horno, donde se produce la cremación. El procedimiento es seguido y controlado por varios ordenadores.
Dentro del féretro se introducen unas piedras identificativas antes de la cremación, que sirven para identificar que las cenizas que se entregan son las del fallecido. Es decir, demuestran la trazabilidad del difunto.
La temperatura a la que se incinera un cuerpo se sitúa en torno a los 750-1.150°C. De esta manera, los restos humanos se queman en el horno crematorio hasta quedar reducidos a cenizas. Es decir, se produce la desintegración total del cadáver mediante incineración, lo que suele tardar entre dos y cuatro horas.
Una vez finalizada la cremación propiamente dicha, se produce el enfriamiento de las cenizas en un cazo industrial durante un tiempo aproximado de media hora. Luego pasan a otro aparato denominado Cremulador, donde se machacan todos los restos con unas bolas de acero durante unos diez minutos con el fin de que quede todo homogéneo.
Entrega de las cenizas
Una vez que el cuerpo ha quedado reducido a cenizas y el horno se ha enfriado, los operarios del crematorio se encargan de depositar las cenizas en una bolsa de plástico específica para el proceso, que luego es introducida en la urna, para concentrarlas y evitar fugas.
Las cenizas, no son dadas a la familia tras la cremación, sino que tiene que pasar al menos un día desde la incineración antes de su entrega para asegurarse de que se enfríen.
Junto a la urna se entrega también un certificado de cremación, que sirve como identificación de las cenizas y que se recomienda guardar en caso de que los allegados del fallecido decidan conservarla.
Tras ofrecer las cenizas a la familia, ésta puede optar por conservarlas en un lugar especial, introducirlas en un nicho o columbario en un cementerio o esparcirlas en un lugar que tuviera un carácter especial para el difunto, siempre que se trate de un espacio autorizado para ello, ya que no se puede hacer en cualquier lugar.
En Funeraria A. Florido contamos con servicio de crematorio en nuestras propias instalaciones.
Ofrecemos este servicio de incineración tanto si ha realizado todas las gestiones funerarias anteriores con nosotros, así como un servicio externo para otros tanatorios.
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