Cuando perdemos un ser querido es importante rodearnos de personas que empaticen con nuestro dolor y tengan un trato respetuoso en los momentos difíciles que rodean el momento del deceso de un familiar. Es una situación que requiere de nuestro entorno poner de manifiesto una extrema sensibilidad en una situación de sufrimiento, alentando el alivio dicho malestar de alguna forma coherente y que este periodo derive en un desenlace positivo.
Practicar la autocompasión, por su parte, involucra tratarse a uno mismo con amabilidad y comprensión en un trance de fragilidad y sufrimiento, que es lo que vamos a encontrar en un proceso de duelo. En esta situación es fundamental que uno mismo reconozca y acepte que el ser humano experimenta situaciones dolorosas, y hay que saber cómo convivir con ellas y que éstas no nos superen.
Una vez en el duelo, al atravesar de manera natural un período de sufrimiento por el fallecimiento de un ser querido, estas acciones de autocompasión pueden verse claramente comprometidas. Se trata de una situación compleja para la mente humana, ya que el sufrimiento y el dolor va a interferir indefectiblemente en tareas comunes diarias como la alimentación, la higiene personal o enfrentarse a las obligaciones de cada día, como las laborales o las familiares. Toda esa cotidianidad puede convertirse en un escenario realmente complicado y agotador. Pero sepamos que cada experiencia de duelo es única, y no hay un manual para atravesarlo que sirva para todos.
El autocuidado decae y pasa a ser accesorio, extremo que aparece ligado a sensaciones agresivas como los sentimientos de culpabilidad al intervenir o acometer cualquier actividad recibiendo algún tipo de satisfacción. Esta alegría transitoria será tomada como una sensación negativa que se contrapone con el dolor tras el fallecimiento. Para realizar una gestión saludable de este período debemos entender que la autocompasión es vital e imprescindible ya que esa atención hacia uno mismo debe convertirse en un elemento preventivo que nos ayude a desterrar de nuestra mente e incluso del ámbito físico diversas complicaciones que pueden enturbiar negativamente esa salida hacia adelante tras la muerte de un familiar. En este momento complejo hay elementos como el duelo, la meditación, la oración, o la reflexión que pueden ayudar mucho, y conviene practicarlas.
Hay diversos elementos en la autocompasión que, mediante entrenamiento, tienen el potencial de manifestarse y mejorar los momentos de derrumbe personal. Hablamos del reconocimiento de la humanidad compartida: entender que este tipo de trances son vividos invariablemente por todos los seres humanos. También apelamos a la bondad con uno mismo, con un trato considerado empático alejado de autoflagelaciones o ataques que solo van a conducir a mayor dolor. Acuda a su red de apoyo, y solicite ayuda, acudiendo si es necesario a profesionales del ámbito de la salud y grupos de apoyo.
Es importante en esta etapa de autocompasión mantener una conciencia equilibrada y encontrar la manera de distanciarse de los pensamientos y emociones propias. Para ello son útiles las actividades diarias que os alejen del poco de la desesperación en el que podemos caer tras un suceso como la muerte de un familiar. De manera que las semanas avancen se deben ir incluyendo o retomando nuevas acciones que vayan ocupando nuestro tiempo y nuestras reflexiones. Es cierto que tus niveles de energía se hallarán bastante bajos, por lo que habrás de hacer un esfuerzo por no quedarte aislado e inactivo.
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